Cuando la corrupción hace brillar el carisma político
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Cuando la corrupción hace brillar el carisma político
En la presentación número 21 de la Revista Clavigero, especialistas en corrupción concuerdan: mientras este fenómeno es la estrategia política favorita, denunciar sus actos no resuelve nada, menos punitivizar a los individuos que son cómplices de ella.
Por Dulce Nataly Figueroa Santana
Hablar de corrupción no es actuar eficazmente contra ella. Este y otros pensamientos brotaron en la presentación de la revista número 21 de Clavigero "La corrupción, un debate entre las agendas gubernamental y ciudadana" coordinada por los académicos José Bautista Farías y Jorge Federico Eufracio Jaramillo del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social del ITESO.
El número recoge los avances y el estado de la agenda real en el combate a la corrupción, el futuro del país en esta materia, así como las ventanas de oportunidad a este problema social. Uno de los objetivo de esta edición fue favorecer la confrontación entre la realidad política y la realidad que plantea el discurso de la administración actual.
Académicos que participaron como la doctora en Ciencia Política Lourdes Morales por la Universidad de La Sorbonne París III, Alberto Olvera de la Universidad Veracruzana y la investigadora María Marván Laborde del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señalaron que más ha servido el discurso del combate a la corrupción para el posicionamiento político, que para impulsar la agenda del combate estructural de este fenómeno en México.
Además, la doctora Morales hizo una distinción del artículo del académico José Bautista, quien desarrolla que sólo tres de diez promesas de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador en cuanto a la lucha de esta problemática se han cumplido.
Uno de esos 10 compromisos es tipificar a la corrupción como delito grave, lo cual "incrementa el enfoque punitivo del combate a la corrupción, es decir, que sólo se refuerza la parte del castigo, sólo la parte de la utilización política del combate a la corrupción y muy poco ha servido para mejorar a las instancias de investigación", detalló Morales.
La doctora distinguió que estas medidas debilitan los contrapesos que surgen desde las organizaciones sociales y autónomas. Los académicos coincidieron que la utilización de la corrupción como herramienta política se ha vuelto un problema de autoritarismo y de amenaza para la libertad de expresión.
"¿Cuántos corruptos del gobierno anterior y actual están siendo procesados?", cuestionó Laborde. Por su parte, esta investigadora desarrolló el contexto en el que esta palabra se utiliza, pues "estamos en un momento delicado para usar el ‘combate a la corrupción', porque se volvió un pretexto en contra de quienes se consideran antagonistas políticos desde una perspectiva antidemocrática, en donde el otro es considerado enemigo y se persigue, no como miembro de un mismo país".
Olvera vislumbró que una idea errada que tienen los mexicanos es sobre la corrupción como un problema puramente moral. "Si el presidente es virtuoso, tendremos una especie de cascada de virtud que resolverá estos problemas sin necesidad de medidas institucionales o legales. Eso es una concepción equivocada. Es un problema sistemático".
Al finalizar la presentación de la revista que recopila 10 artículos con distintos enfoques, concluyeron que intentar denunciar la corrupción sistémica difícilmente tendrá un resultado tangible si no se logra cambiar de forma sustancial el sistema político, y que una de las metas a corto plazo es mejorar el Sistema Nacional Anticorrupción desde fondo y en diseño.
"La lucha de la corrupción sólo será exitosa si se articula con luchas democratizadores más amplias, apoyadas en movimientos sociales y en la defensa de los derechos humanos", finalizó Olvera.