El maíz y la palabra. Semillas de rebeldía
Detalle BN6
- Inicio
- El maíz y la palabra. Semillas de rebeldía
El maíz y la palabra. Semillas de rebeldía
Por: Florencia González Guerra García
2 de diciembre de 2016
"Ya sea en una rica tortilla recién hecha, calientita y acompañada de frijoles o en un tierno elote, ¡el maíz es vida!" dice Martín Márquez, en una soleada tarde y en compañía de más 80 agricultores, curiosos, estudiantes y habitantes. Son pasadas las trece horas del domingo en un campo de El Salto, Jalisco. Alrededor, sólo hay maizales orgánicos.
Los agricultores tradicionales comentan que les parece más difícil mantener su forma de agricultura, debido a que los alimentos que se consumen han sido modificados por la industria agroalimentaria para alcanzar mayores niveles de producción. Es decir, son alterados químicamente, utilizan pesticidas y emplean técnicas que son nocivas para el medio ambiente, la salud, nuestras tradiciones y la cultura. Es por esto que se reunieron en el "XIV Encuentro del maíz, nuestra cultura. Agua, maíz, árboles: sembrando semillas de rebeldía" a cargo de la organización Un Salto de Vida, en El Salto, Jalisco.
El Centro de Investigación de Formación Social del ITESO, participó en el encuentro a través del investigador Jaime Morales, ofrece acompañamiento a los agricultores que gustan de producir agricultura sustentable. Ya sea desde sugerencias de insecticidas orgánicos a utilizar hasta referencias de lugares donde pueden vender y dar a conocer sus productos. Un esfuerzo de colaboración para la preservación de la semilla natural.
¿De qué se van alimentar las personas, los niños más pobres si les damos tortillas Maseca?, ¡si cada vez les ponen más harina!, ¡pues óigame!", afirma don Martín quien voltea a ver a su público sentado en un improvisto acomodo de sillas, por un lado de las mesas donde se exponen las mazorcas amarillas, moradas, naranjas, de los más exóticos colores y traídas de diferentes regiones de México.
"La palabra también es semilla", dijo don Camilo, otro de los agricultores cuando pasó a exponer los alimentos que ha sembrado con los granos que recibió de encuentros pasados, durante la exposición e intercambio de los productos. Con este motivo se reunieron el sábado 19 y domingo 20 de noviembre, conocedores de la preservación del maíz. Un alimento rico en vitaminas, minerales, fibras y que ha sido el sustento de muchas familias.
Ese domingo por la mañana, después de un recorrido en coche de 40 minutos, llegamos a las instalaciones de la organización Un Salto de Vida. En la entrada, el portón que da paso al vivero de la organización está decorado con pinceladas con formas de agua de color azul. El reflejo de un profundo deseo de los habitantes de El Salto, agua limpia, agua de vida. Al pasarnos y caminar con dirección a la casa donde los demás acampaban en el jardín, nos recibieron con un rico desayuno de chilaquiles, frijoles, panela y un café de olla con canela que echaba humo en la fría mañana de campo.
Las actividades habían comenzado desde el día anterior. En el desayuno, le pedí al compañero Julián que me contara qué es lo que había sucedido en las actividades previas a mi llegada. Me dirigió una mirada que reflejaba un intento por explicar algo que tiene que sentirse, pero se decidió por hacer un esfuerzo, "lo que he visto aquí es pura sabiduría fina. Conocimiento de la naturaleza. Ayer, cuando llegamos, empezamos a bajar todo, la gente se acomodaba; después, los compañeros de un Salto de vida nos hablaron de su labor, son un grupo de pobladores de los municipios de El Salto y Juanacatlán, en el estado de Jalisco, que decidieron organizarse para intentar encontrar respuestas a la depredación ambiental por acción u omisión de las empresas aledañas y los gobiernos que lo han permitido.
Julián continuó narrando, que al terminar la comida y el convivio entre los agricultores que venían desde Bachajon, Chiapas, San Luis, Soyotlan (ribera de Chapala), Etzatlán y otros municipios de Jalisco se realizó el panel sobre "Agua, árboles y maíz" Ahí tomó la palabra Enrique Enciso, proveniente de El Salto, relató la historia del Río Santiago y dijo que "poco ha quedado del hermoso paisaje natural con el que contaba nuestra hermosa ciudad, para pasar a ser un lugar de deshechos de las industrias y empresas que se han posicionado en El Salto".
Luego el Paye, agricultor de la zona de Ixtlahuacán de los Membrillos, habló "el maíz es una de las partes fundamentales de la vida socioeconómica de los mexicanos. Una forma de cultura en México. Pero nos damos cuenta que la personas conscientes e informados en una agricultura sana, más justa, cada vez somos menos, más viejos y pocas personas se interesan de conocer esta manera de producir".
Julián estaba sentado en una banca de color miel, por un lado de una mujer de origen ibérico, cuando me relataba la historia del día anterior. Aprovechaban la sombra que les daba un árbol de naranjas y el tierno sol de la mañana les espantaba el frío. Contó la participación de Don Camilo "Vivimos en una pobreza que no es pobreza, tener una riqueza que no es riqueza monetaria, pero así apreciamos la vida y nos gusta. Esto no es una competencia, sino ¿Cómo nos podemos apoyar unos a los otros? No se trata de sólo cultivar muchas especies, sino de aprender a convivir con ellas, en la cadena de la vida de eso se trata. Esta diversidad de maíz que tengo es a raíz de compartir la voluntad con las diferentes personas que he conocido en estos encuentros".
Además, agregó que en la noche hicieron una ceremonia en la que bendijeron los granos a través de un ritual que pide a los cuatro elementos y los puntos cardinales bendiciones para la siembra de los granos. Con una fogata despidieron la noche mientras contaban historias entre los presentes. Estudiantes del ITESO, académicos, agricultores, estudiantes de antropología, defensores sociales, organizaciones de diversa índole, platicaron para transmitir el potencial de una agricultura sustentable.
¿Qué cultura de la alimentación estamos consumiendo si comemos verduras que son regados con aguas contaminadas por los deshechos, si los animales beben un agua de muerte? y las industrias no están interesadas en resolver el problema.
Al terminar el desayuno, nos levantamos de la mesa y salimos de la sombra del naranjo para recoger todo y salir hacia el puente que separa El Salto con Juanacatlán, debajo pasa el río de muerte, el río Santiago.
Escuchamos que la gente de Greenpeace andaba por ahí, que harían una acción y tendríamos que estacionar cerca del mirador que hay por un lado del río.Frente a la cascada, se levantaba una espuma y un olor fétido que llegaba como bocanada y obligaba, de vez en cuando, a poner la playera sobre la nariz para evitar darle el golpe. Abajo, la gente de la organización de talla mundial tomaba muestras de agua, ya que, por la presión de un Salto de Vida a las autoridades, han puesto la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) El Ahogado, para intentar reducir la contaminación pero su capacidad de procesamiento es rebasada.
"Hay menos espuma que hace unos años, pero están mal, pusieron plantas de tratamiento para el espuma y los metales pesados los dejan ir, esos no los tratan" dice Jaime cuando me encontró viendo cómo se levantaba la espuma del río impulsada por el viento. Por esta razón, la organización buscó hacer presión a nivel internacional y constatar que el problema está lejos de estar resuelto. Estudiantes y habitantes se encontraban en el límite de la carretera sobre el puente donde debajo pasa el río y extendieron una manta con la leyenda "Catástrofe ecológica, basta de contaminar".
Después de la actividad pasamos al campo donde los maizales orgánicos abrían espacio en una especie de explanada natural, lugar de la exposición y el intercambio de semillas. El público atento escuchó a los ponentes, detrás de ellos, residentes de la zona preparaban la comida para el convivio, el olor de las carnitas de puerco levantaron suspiros a los estómagos hambrientos por el recorrido y el sol.
Uno de los problemas más grandes para México es la alimentación y el maíz es uno de los principales alimentos que satisface las necesidades de las familias más pobres. Sin embargo, el consumo de tortilla ha bajado 40% y afecta a la población por los problemas de desnutrición, obesidad. Las tortillas que consumimos son de harina y maíz y jamás tendrán la calidad de una tortilla de maíz orgánico, mencionó uno de los asistentes y comerciante de la tortilla tradicional.
Uno de los visitantes es un productor dedicado a la conservación de la tortilla tradicional, y comentó que "En cualquier alimento en el empaque te dice qué contiene pero en la tortilla no está regulado... nos venden tortillas pintadas de azul para simular las propiedades y coloración de la natural pero son tortillas chatarras".
Cuando la tarde había pasado su momento más cálido, a la sombra de los árboles en una de las mesas se escuchaban algunas de las reflexiones "amor a uno mismo es darle amor a la tierra". Aunque son pocos los campesinos que resisten a este desarrollo alimentario que perjudica a todos, el trabajo de estos agricultores lo reconocen y dicen "el esfuerzo vale la pena".
Los productores hacen un intento por no producir maíz transgénico y lo que esperan es que no quede en vano. Clientes inteligentes, consumidores responsables es lo que buscan para poder seguir manteniendo su lucha.