Los derechos humanos no son una utopía
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Los derechos humanos no son una utopía
Blanca Martín del Campo y Juan Pablo Romo, estudiantes de la Licenciatura en Derecho del ITESO participarán en el Concurso Interamericano de Derechos Humanos en Washington.
Judith Morán
El gobierno de Santa Clara (nombre ficticio de la localidad) enfrenta en la Corte Interamericana de Derechos Humanos acusaciones de violaciones a los derechos de un pueblo indígena, debido a las acciones de una empresa minera.
Los representantes del Estado de Santa Clara que deberán desacreditar dichas violaciones serán Blanca Martín del Campo y Juan Pablo Romo, estudiantes de la Licenciatura en Derecho del ITESO.
Esta defensa se llevará a cabo dentro del Concurso Interamericano de Derechos Humanos que organiza American University en Washington, del 22 al 27 de mayo, en el que participan alumnos de universidades de América Latina.
El concurso, se lee en su página web, tiene como propósito capacitar a futuros abogados en el uso del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Martín del Campo y Romo decidieron unirse al equipo de debate al que convocó Ana Sofía Torres Menchaca, académica del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos. Ellos fueron los elegidos para ir a Washington y ahora deberán poner en práctica sus conocimientos e interés por la defensa de los derechos humanos.
"Me gustaría que dentro del ITESO fuera como un laboratorio social y que todos dentro de nuestras profesiones abrazáramos a los derechos humanos. Por ejemplo, el arquitecto desde el derecho a la vivienda, o la nutrióloga con el derecho a la salud. Es decir, todas las carreras tienen implicaciones éticas y los alumnos pueden luchar por los derechos humanos desde su profesión".
En el caso de Blanca Martín del Campo, quien cursa el tercer semestre de la carrera, la perspectiva no es tan diferente, puesto que la rama de los derechos humanos, considera, abre la oportunidad de lograr mejores condiciones de vida.
¿Cómo están las condiciones de los derechos humanos para los jóvenes en México?
Juan Pablo: Estamos viviendo una etapa en la que el Estado tiene muchas fallas en la materia, pero cada día se vez más que la ciudadanía se está moviendo para ampliar los derechos humanos. Podría poner como ejemplo las movilizaciones que están haciendo en Tajamar por la destrucción del manglar o para que a las parejas del mismo sexo se les reconozca el derecho humano a formar una familia.
Ante la falta de actividad del Estado, es la ciudadanía la que empuja por una cultura de derechos humanos. Estamos yendo hacia la primavera mexicana.
¿Se llegará a consolidar esa primavera mexicana?
Blanca: Falta mucho. Apenas nos estamos dando cuenta que están fallando las cosas. Apenas estamos como gateando y ahora que ya nos dimos cuenta del problema buscamos esas alternativas para arreglar lo que está mal.
¿Hay que voltear a ver a algún país en particular?
JP: No creo que a alguno en particular, porque cada país responde a una historia diferente, pero en Hong Kong, Guatemala y en los países árabes tenemos ejemplos de cómo la ciudadanía organizada puede tener un cierto impacto en las decisiones del Estado. En México, creo que estamos empezando.
¿Qué nos hace falta aprender?
B: Más bien, ¿qué no nos hace falta aprender?
JP: Derechos Humanos, nos falta aprender de derechos humanos, porque en teoría deberían ser el centro de cualquier Estado, la razón de ser y de constituir un Estado. Sin embargo, en los medios de comunicación escuchamos cómo los derechos humanos defienden a los delincuentes o son una utopía, cuestiones de ese tipo que no corresponden a lo que en realidad buscan los derechos humanos, que es proteger la dignidad de una persona. Los derechos humanos no son obstáculos, son metas.
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